El 20 de agosto de 2024 un mensaje del usuario Grunt 16 llegó a un canal de la red de mensajería Telegram.
El usuario amenazaba con eliminar con una escopeta a los “kukas asquerosos” que fueran a una fiesta organizada por el centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA que iba a realizarse tres días después.
Su comentario apareció en medio de cientos de mensajes de un grupo de más de 300 miembros que se identificaban como incels, acrónimo de “célibes involuntarios” (en inglés involuntary celibates), y se mezclaba con otros chats denigrantes en particular sobre las estudiantes mujeres que asistían a la facultad.
Fotos íntimas, comentarios sexuales, insultos y agresiones explícitas llenaban el canal al que pudo acceder LA NACION.
“Las mujeres son todas pu...”, decían algunos mensajes.
“Te haría un seppuku con la pi...”, leía una amenaza, en referencia a un ritual de suicidio japonés que consiste en meterse una espada en las entrañas.
Aunque a primera vista estas palabras pueden parecer un mensaje de odio que buscaba solo refugiarse en la virtualidad, como gran parte de la violencia expresada en redes sociales, se trataba de la primera amenaza realizada en la Argentina por un grupo que, en otros países del mundo, ya había llevado a cabo atentados y asesinatos..